Villa de Saucedo (Talavera la Nueva)

La villa de El Saucedo es una casa residencial romana construida en el medio rural. Se constata la existencia de una ocupación que va desde Época Altoimperial (2ª mitad siglo I d.C.) hasta el siglo VIII d. C., pudiéndose dividir en tres fases diferenciadas:

La primera fase, desde el siglo I d.C., se documenta en la zona la existencia de “villae” dedicadas a la explotación de las ricas tierras de la zona aluvial.

La segunda fase, en este momento (finales del siglo III-principios del siglo IV), es cuando se edificó en El Saucedo, una villa palaciega. El propietario quiso dotar a su residencia de todo el lujo y las comodidades que podía encontrar en la ciudad.

En la tercera fase, a lo largo del siglo V, y debido al auge del cristianismo, muchas de estas villas cambiaron de titularidad, pasando a ser propiedad de la Iglesia a través de donaciones o herencias. Por ello dejaron de tener un uso particular y algunas de sus habitaciones fueron reconvertidas en basílicas. La Villa de El Saucedo sufrió un proceso similar.

Se ha descubierto hasta la fecha "la pars urbana" o zona noble de la casa, con su fachada principal, su peristilo-jardín con su fuente, su corredor porticado, sus habitaciones más significativas (el oecus, el triclinium o el stabadium) o los espacios termales.

Nuestro camino arranca en Talavera buscando Patrocinio. Nos dirigimos por la Calle San Marcos hacia Talavera la Nueva por el cordel. Uno de los primeros puntos es atravesar el Bárrago, un auténtico vertedero.

Continuamos en línea recta hasta el puente que atravesamos por debajo de la N-502 quedando en paralelo a la vía del tren Madrid-Cáceres.

Nuestro camino sigue hasta el puente de la vía en la que debemos cruzar, ya en Talavera La Nueva, al otro lado para desandar parte del camino.

Caminamos en paralelo a la via, esta vez en dirección Talavera de la Reina, hasta que vemos esta casa junto al pino. O se hace campo a través o marchamos en paralelo a la acequia y cogemos el primer camino a la derecha. Junto al pino está nuestro destino.

Las condiciones de paso son lamentables, hay que tener mucho cuidado porque debajo de la hierba hay madrigueras y agujeros bastante proclives a meter la pata, nunca mejor dicho. Es más, algún conejo se nos cruzó.